Verano, la temporada anual más deseada por los jóvenes de todo el mundo, ya que ello implica el salir de fiesta diariamente, el liberarse de las ataduras del estudio y el desconectar de la rutina para irse a un remoto lugar donde toda la gente a la cual ves diariamente, se despega de tí por un limitado tiempo.
Lo odio. Calor, más calor, únicamente calor. La gente pasea felizmente con sus parejas respectivas, haciendo muestra de su cariño y amor de manera pública, mientras yo, un joven solitario que se encuentra en la denominada "flor de la vida" se pudre de asco en su soledad, mientras, para hacer un guiño al lento paso del tiempo, evita el concentrarse en lo que más le duele, dibujando meros garabatos en folios en blanco o componiendo las más tristes odas a la rutina del vivir solo.
Verano, la temporada anual en la que más solo me encuentro, en la que más he sufrido siempre, ya que es cuando, después de haber servido durante la primavera, los enamorados caminan cuales pavos reales junto a sus hembras, poco vestidas, para hacer gala de su felicidad ante la gente solitaria, que se evade de ese hecho de diversas maneras, la mía: las drogas.
Oh pobre de mí, drogadicto, amante único de todo aquello que se realiza entre papeles y que me otorga la libertad de no ser preso de vos, mi musa, que me ha hecho llorar durante largos días y noches.
Oh pobre de mí, idiota inconformista que se conforma con poco.
Oh pobre de mí, iluso con afán de superación.Oh pobre de mí, rayador de folios, evasor del tiempo y del amor.