como aquellas pisadas en la arena,
como las palabras gritadas al vacío,
con su ida volvió el estío,
el frío de un invierno trágico
en este corazón álgido
de pensamientos impuros,
de amor,
dudo,
si alguna vez fui alguien
con derecho a escudo,
que me evite el pensar en el ataque
que acabaría con mis fuerzas
y me delatase
como persona frágil que soy
se que no sé donde voy,
ni lo que pretendo
pero si hay algo que describa mi cuaderno
es que la soledad sigue conmigo
por frío que sea el invierno.
Y temo,
por cruzarme con tus ojos,
aquellos que calentaban
a este ciego de amor cojo
que solo daba vueltas en círculo,
buscando solución a tan ridículo
estado,
estado del que me hallo condenado
por que te quise,
te quiero
y te querré como nadie,
y si no estás siento que me falta el aire
para decirte todo ésto al oído
susurrándote
el por qué de que te hayas ido.
Y lamento el por qué de tu razón
razón por la cual me dejaste aquí tirado,
quería escribir un cuento de corazón,
y antes de empezar
lo bello se ha acabado
y me nublan las lágrimas los ojos
y siento que cada vez que oigo
aquel precioso nombre
veo como brotan cristalinas,
dos frías gotas salinas
que me hacen sentir un joven niño
y no aquel maduro hombre,
que pensaba enamorado estar,
pero que no fue más que otra farsa mental
que el solo a si mismo se creó,
haciendo que el olvidar a aquella mujer
por quien tanto lloró
no fuese más que un sueño
que aquel iluso sin sueño
aquella noche soñó.
Te querré siempre A...