16 de mayo de 2011

El fin de mis fines

Todo se acaba, los segundos no se retrasan, el tiempo escapa rápido. Mi creatividad también. Día tras día me doy cuenta de que he sufrido del peor mal de todos: la monotonía. Día tras día lo mismo, una rutina, una pauta calculada al milímetro que se cumple siempre. Las palabras se acaban, los trazos, las lágrimas, la vida.
Cuando uno se hunde en un mar de incontinecia, de pensamientos semejantes, de temas semejantes, la vida deja de ser lo mismo. La vida siempre será lo mismo.
No se que pensar acerca de éste comportamiento cerebral, quizás indique que se me acaba el tiempo, que mis neuronas mueren poco a poco y en aumento, que mi vida ha pasado de ser algo a ser nada, que he acabado siendo lo que todos quieren que sea: uno más del montón.

8 de mayo de 2011

Nocturno

Noche, el momento del día más bipolar. Puedes estar feliz hasta las trancas, con los amigos, dejando los problemas de lado por la fiesta o estar en tu casa mirando el cielo, y llegando al momento melancólico del día.
Melancolía. Recuerdos que no puedo borrar, la sensación de ser nadie mirando solo las estrellas, la intensa necesidad de huir de la oscuridad hasta que se haga de día.
Todo cuanto recuerdas aparece por tu mente a la velocidad de un cometa surcando el oscuro cielo. Todo cuanto quisiste se fue como un cometa surcando el oscuro cielo.
Sólo queda la esperanza, de que aparecerá otro cometa. Hoy no. Toda la esperanza se diluyó a la par que los hielos del último trago del día, el peor trago, el que hace que todo lo anterior te siente mal, que solo llegues al recuerdo, la parte más oscura del hombre. El cielo nocturno del hombre.
Sólo recuerdos y más recuerdos, a cada cual peor, a cada cual más brillante que las estrellas.
No quiero recordar, quiero surcar mi vida a la velocidad con la que lo hacen los cometas. Quiero surcar mi vida a la velocidad con la que te fuiste de la mía.